jueves, 5 de enero de 2017

3 DE ENERO DE 1833

DÍA DE LA USURPACIÓN BRITÁNICA DE LAS ISLAS MALVINAS
El archipiélago del Atlántico Sur, entre las que se encuentran las Islas Malvinas fueron avistadas por primera vez en el siglo XVI por una flota española, lo que le dio derechos sobre estas tierras. Las mismas siguieron un derrotero de ocupación francesa, inglesa, hasta que definitivamente la corona española tomó posesión real sobre las islas. Tras la independencia, y por derechos sucesorios, las Malvinas pasaron a dominio de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, que el 10 de junio de 1829, por decreto del gobernador delegado Martín Rodríguez se creó la Comandancia Política y Militar de Soledad,  designando a su frente al comerciante alemán nacionalizado argentino Luis Vernet. Este llevó adelante una activa comandancia: construyó viviendas, levantó un relevamiento topográfico, montó un saladero de pescado y carne, una curtiembre y logró construir la goleta Águila.
Sin embrago, las ambiciones imperialistas no cesaron a pesar del acto de soberanía de nuestro país. Primero fue Estados Unidos, que generó un incidente en diciembre de 1831, cuando el gobierno de Juan Manuel de Rosas impuso un impuesto a los buques extranjeros que pescaban y cazaban ballenas en la zona. Los norteamericanos desoyeron las medidas del gobierno y continuaron con la depredación, hasta que fueron capturados por la flota de Vernet.  Estados Unidos ordenó atacar Puerto Soledad  con la fragata Lexington, lo que despertó la protesta argentina y la expulsión del cónsul yaqui de nuestro país.
Este hecho llegó a oídos del ministro inglés, John Woodbine Parish, que fue anoticiado de que las islas estaban desguarnecidas y eran muy fáciles de tomar. El jefe de la estación naval británica en América del Sur, con sede en Río de Janeiro, Sir Thomas Baker, impartió la orden y el 3 de enero de 1833 se presentó en Malvinas la corbeta inglesa Clío al mando del capitán John James Onslow. El gobernador provisorio, José María Pinedo, se negó a arriar el pabellón argentino pero no ofreció resistencia armada y debió rendirse y regresar con su gente a Buenos Aires a bordo de la goleta Sarandí. Sólo habían pasado ocho años desde la firma del tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación entre la Argentina e Inglaterra y diez de la formulación de la famosa “Doctrina Monroe”. La reacción del gobierno de Balcarce fue solo diplomática, con protestas formales.
La única resistencia en aquellos años fue realizada por los peones criollos e indígenas que quedaron en las islas, que en agosto de 1833, al mando del Gaucho Antonio Rivero,  se levantaron contra los ocupantes británicos, asesinando a Brisbane, Dickson, Simón y todos los extranjeros, enarbolando nuevamente la bandera argentina. Así se mantuvieron por cinco meses, mientras esperaban que Buenos Aires enviara una expedición para ayudarlos que nunca llegó, aunque si la respuesta imperialista. En enero 1834 arribó el teniente Henry Smith para asumir como gobernador británico en las islas. Rivero y sus hombres resistieron durante dos meses, hasta que fueron capturados el 18 de marzo y enviados a Londres para ser juzgados. Finalmente el tribunal de Su Majestad le encomendó al Almirantazgo que los devolviera a Montevideo adonde llegaron a mediados de 1835. Según José María Rosa, Antonio Rivero murió heroicamente el 20 de noviembre de 1845 enfrentando la flota anglo-francesa en el combate de la Vuelta de  Obligado, que pasará a la historia como del día de la soberanía nacional.
Desde entonces los reclamos legítimos sobre la soberanía de las islas no dejaron de sucederse, son parte del sentimiento del pueblo argentino y uno de los anhelos más profundos el de recuperarlas.