Desde el Área de Investigaciones Históricas de nuestro Museo, recordamos esta significativa fecha.
16 de junio de 1955. Era un día otoñal en la ciudad de Buenos Aires, pasado el mediodía del 16 de junio de 1955 la gente caminaba tranquila, algunos paseando y otros tantos emprendiendo el regreso a casa luego del fin de una jornada de trabajo. La Plaza de Mayo estaba reluciente, hasta que el cielo empezó a nublarse de aviones de la Marina de Guerra. No se trataba de un espectáculo aéreo sino de la acción más cobarde de la que se tenga memoria, ya que en cuestión de segundo comenzaron a arrojar bombas desde los aviones hacia la Casa Rosada y la plaza. El pánico se adueñó de las calles por el zumbido de los aviones, las explosiones de las bombas y las ametralladoras, todo esto por el lapso de 5 horas.
¿Existe alguna explicación para este brutal accionar? Sí. En 1946 había triunfado en las elecciones presidenciales, Juan Domingo Perón, con gran apoyo de los trabajadores. Su gobierno aplicó políticas sociales y laborales nunca experimentadas en la Argentina, como el Estatuto del Peón Rural, las vacaciones pagas, el aguinaldo, las jubilaciones, etc. Además impulsó la industria nacional con empresas como SOMISA, Aerolíneas Argentinas, y llevó adelante una política económica independiente de las grandes potencias. Fue reelecto en 1952 con el 62,49% de los votos. Sin embargo, así como tenía gran apoyo popular, Perón era odiado por la clase alta de nuestro país a la que pronto se sumaron sectores conservadores como el Ejército y la Marina, la Iglesia, la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, los diarios y partidos políticos como la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista y los conservadores. Ante la impotencia de no poder triunfar en las urnas contra el peronismo, comenzaron a conspirar entre civiles y militares.
Desde 1951 hubieron intentos de Golpe de Estado, pero para 1955 la situación política estaba candente y el nivel de agresión era muy elevado. Marchas opositoras, quema de locales partidarios, aumentaban la tensión que tuvo como desenlace ominoso el bautismo de fuego de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea, organizado por los sectores políticos como los execrables Miguel Ángel Zavala Ortiz de la UCR, Américo Ghioldi del Partido Socialista y el conservador Antonio Vicchi, opositores a Perón. El objetivo era asesinarlo, aunque no lo consiguieron, se contentaron con masacrar a su propio pueblo. Meses más tarde, otra conspiración cívico-militar derrocará al gobierno constitucional de Perón y volverán al poder aquellos que querían atrasar el reloj de la Historia.
Una investigación realizada en 2010 pudo contabilizar unos 308 muertos, aunque esa cifra aumenta debido a que muchos cadáveres no pudieron identificarse por el alto grado de carbonización. Durante mucho tiempo este terrible hecho fue silenciado, 50 años después la justicia calificó de Delito de Lesa Humanidad al bombardeo. En el año 2013, el Senado de la Nación otorgó una pensión a los sobrevivientes y familiares de las víctimas del odio planificado. Esta fecha debe recordarse porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro.
16 de junio de 1955. Era un día otoñal en la ciudad de Buenos Aires, pasado el mediodía del 16 de junio de 1955 la gente caminaba tranquila, algunos paseando y otros tantos emprendiendo el regreso a casa luego del fin de una jornada de trabajo. La Plaza de Mayo estaba reluciente, hasta que el cielo empezó a nublarse de aviones de la Marina de Guerra. No se trataba de un espectáculo aéreo sino de la acción más cobarde de la que se tenga memoria, ya que en cuestión de segundo comenzaron a arrojar bombas desde los aviones hacia la Casa Rosada y la plaza. El pánico se adueñó de las calles por el zumbido de los aviones, las explosiones de las bombas y las ametralladoras, todo esto por el lapso de 5 horas.
¿Existe alguna explicación para este brutal accionar? Sí. En 1946 había triunfado en las elecciones presidenciales, Juan Domingo Perón, con gran apoyo de los trabajadores. Su gobierno aplicó políticas sociales y laborales nunca experimentadas en la Argentina, como el Estatuto del Peón Rural, las vacaciones pagas, el aguinaldo, las jubilaciones, etc. Además impulsó la industria nacional con empresas como SOMISA, Aerolíneas Argentinas, y llevó adelante una política económica independiente de las grandes potencias. Fue reelecto en 1952 con el 62,49% de los votos. Sin embargo, así como tenía gran apoyo popular, Perón era odiado por la clase alta de nuestro país a la que pronto se sumaron sectores conservadores como el Ejército y la Marina, la Iglesia, la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, los diarios y partidos políticos como la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista y los conservadores. Ante la impotencia de no poder triunfar en las urnas contra el peronismo, comenzaron a conspirar entre civiles y militares.
Desde 1951 hubieron intentos de Golpe de Estado, pero para 1955 la situación política estaba candente y el nivel de agresión era muy elevado. Marchas opositoras, quema de locales partidarios, aumentaban la tensión que tuvo como desenlace ominoso el bautismo de fuego de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea, organizado por los sectores políticos como los execrables Miguel Ángel Zavala Ortiz de la UCR, Américo Ghioldi del Partido Socialista y el conservador Antonio Vicchi, opositores a Perón. El objetivo era asesinarlo, aunque no lo consiguieron, se contentaron con masacrar a su propio pueblo. Meses más tarde, otra conspiración cívico-militar derrocará al gobierno constitucional de Perón y volverán al poder aquellos que querían atrasar el reloj de la Historia.
Una investigación realizada en 2010 pudo contabilizar unos 308 muertos, aunque esa cifra aumenta debido a que muchos cadáveres no pudieron identificarse por el alto grado de carbonización. Durante mucho tiempo este terrible hecho fue silenciado, 50 años después la justicia calificó de Delito de Lesa Humanidad al bombardeo. En el año 2013, el Senado de la Nación otorgó una pensión a los sobrevivientes y familiares de las víctimas del odio planificado. Esta fecha debe recordarse porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro.
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