martes, 30 de mayo de 2017

RAÚL SCALABRINI ORTIZ: EL DESCUBRIDOR DE LA REALIDAD NACIONAL

Desde el Museo Histórico Regional “Ichoalay”, recuerdan que hoy 30 de mayo se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de uno de los intelectuales argentinos que más luchó en defensa de los intereses nacionales: don Raúl Scalabrini Ortiz.
Había nacido el 14 de febrero de 1898. Hijo de un prestigioso naturalista, Pedro Scalabrini, sus años de niñez y juventud transcurrieron en su Corrientes natal, Entre Ríos y finalmente Buenos Aires. Se forma en la Universidad de Buenos Aires, donde paralelo a sus estudios se conforma su vocación por las letras, vinculándose a los jóvenes como Jorge Luis Borges o Leopoldo Marechal que se formaron en la metafísica de Macedonio Fernández. Asimismo viaja por distintas regiones del país y conoce Francia, de donde volvió profundamente decepcionado por el desdén hacia los latinoamericanos que encontró en el Viejo Continente.
En 1931 publicó el Hombre que está solo y espera. Con esta obra logra un importante reconocimiento en los círculos literarios y culturales del país. Sin embargo lo atosigó la contradicción que se desnuda ante sus ojos de un país de hombres, mujeres y niños hambrientos que produce vastas riquezas. Impulsado por el sufrimiento de sus compatriotas abandonó tempranamente una prometedora carrera de literato para dedicarse a la investigación socio histórica y la militancia política en el contexto de la profunda crisis económica mundial.
Sus investigaciones encuentran la anatomía del colonialismo y la sujeción argentina. Un detallado análisis de las propiedades de los puertos, los frigoríficos y los ferrocarriles lo lleva a comprender como el capitalismo británico es el gran beneficiario de la producción y la riqueza argentina. El pacto Roca-Runciman (1933), símbolo de la dependencia confirma que sus análisis son profundamente acertados y lo terminan de acercar a las filas del radicalismo yrigoyenista que había sido expulsado del gobierno con el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930. Participó en la sublevación del general Pomar en el marco de la Resistencia Radical. El fracaso de esa experiencia lo obligó al exilio en Europa.
En 1934 regresa al país. Muerto Yrigoyen, el radicalismo avanzó rápidamente a la incorporación al régimen político basado en el fraude electoral y los negociados con las poderosas empresas extranjeras. Trabó relación con los jóvenes militantes de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), entre los que se encontraban Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Arturo Jauretche, Héctor Maya y Darío Alessandro entre otros. Publicó numerosos artículos en el periódico Señales y brinda el resultado de sus investigaciones en los Cuadernos de FORJA.
Para finales de la década de 1930 editó dos obras fundamentales en términos de análisis históricos económicos del país, Historia de los ferrocarriles en Argentina y Política Británica en el Río de la Plata. En la primera detalló el papel de los ferrocarriles como herramienta fundamental de la expansión de los intereses británicos sobre la geografía del país. Dio cuenta del tendido en abanico propiciado únicamente para extraer las riquezas que nuestro suelo producía e impedir todo atisbo de desarrollo industrial e integración nacional mediante un pérfido sistema de fletes y tarifas.
En Política Británica en el Río de la Plata detalló las características históricas de las relaciones políticas y económicas de Gran Bretaña en la cuenca del Plata, dando cuenta de la expansión de los intereses británicos y el sometimiento de nuestro país a partir de 1853.
Con los recursos que percibió de una herencia familiar fundó el periódico Reconquista en el cual defendió la neutralidad argentina ante la Segunda Guerra Mundial. Afirmaba que el carácter del conflicto era de intereses inter-imperialista que pretendían arrastrar a la Argentina a una contienda en la que nada sacaría más que la muerte de sus jóvenes. La presión de la superestructura cultural lo dejó sin anunciantes y el emprendimiento cerró al cabo de 41 días.
El golpe de Estado de 1943 lo sorprendió, aunque no sintió inicialmente mayor expectativa por ese movimiento político. No obstante el devenir de la experiencia política lo llevó a conocer el coronel Perón, a quien planteó la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles. El 17 de octubre de 1945 lo encontró en la multitud que dio nacimiento al peronismo en la Plaza de Mayo. El triunfo del nobel movimiento en la elecciones de 1946 llevó a Perón a la presidencia desde donde convocó a Scalabrini a colaborar en la acción de gobierno. Inspirado en la revolución que se vivía en el país escribió y editó el ensayo Tierra sin nada, Tierra de Profetas.
Si bien Scalabrini rechazaba sumarse como funcionario, le pidió a Perón que nacionalice los ferrocarriles y dictó numerosas conferencias auspiciando la medida al tiempo que editó el folleto Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino. La feliz noticia para los intereses nacionales se produjo el 13 de febrero de 1948. En esos mismos años dicta una serie de charlas que fueron editadas como folletos bajo el título de Yrigoyen y Perón. Identidad de una línea histórica. Allí brindó una de las más poéticas descripciones de la jornada del 17 de Octubre.
Aunque sostuvo ciertas diferencias con el gobierno peronista, decidió no hacerlas públicas y cuando se produjo el golpe de Estado de 1955, rápidamente se dio cuenta de los intereses extranjeros detrás del derrocamiento de Perón, y lo llevó a retornar a la esfera política combatiendo el proyecto colonial de la Revolución Libertadora. Escribió en periódicos que sufrieron la censura de los "libertadores". A partir de 1956 se sumó a la redacción de la revista Qué, vinculada al frondicismo. Consideraba ya para ese momento que era necesario romper la línea de continuidad de la dictadura de Aramburu y Rojas que se traducía en la UCR del Pueblo de Ricardo Balbín, y en las fuerzas menores que activamente respaldaban la dictadura.
Junto a Arturo Jauretche se convirtió en uno de los principales voceros contra la política de entrega del gobierno dictatorial que entre otras medidas desnacionaliza el comercio exterior y sumó a la Argentina al FMI. En 1958 respaldó la candidatura de Arturo Frondizi, convencido que era la oportunidad para desarrollar nuevamente una política nacionalista como la interrumpida en 1955. El acuerdo secreto entre Perón y Frondizi llevó a este último a la presidencia con el apoyo de los votos del peronismo proscrito.
No obstante rápidamente se desilusionó de la experiencia frondicista. Descreyó de cualquier posibilidad de desarrollo con las leyes de Inversiones Extranjeras que sancionó el gobierno para favorecer la radicación de inversiones norteamericanas en el país. Asimismo se opuso a la privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre y los acuerdos con el FMI. No obstante las fuerzas del patriota iban decayendo. Enfermo de cáncer falleció el 30 de mayo de 1959 y dejó un enorme legado consistente en analizar la realidad nacional desde los intereses nacionales y con una profunda fe en la potencialidad del pueblo argentino.
El valor de sus ideas trascendió en el trabajo de notables pensadores argentinos como Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Octavio Getino, Alcira Argumedo y Horacio González entre otros.

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